Por Luis Bruschtein
Se supone que cada quien lee la realidad como le parece o le interesa desde su lugar en el mundo, y los medios hacen lo mismo. Pero cuando los medios coinciden en una mirada uniforme, la pretensión es que esta vez se trata de algo tan resbaladizo como la realidad.
Una forma de ver las cosas: el Gobierno les niega la segmentación de las retenciones que piden los ruralistas, el Gobierno ganó el conflicto pasado y fijó las retenciones en 35 por ciento. El Gobierno rompió el diálogo y empujó a los productores al paro y los cortes de ruta. La zona de Pergamino está al borde del quebranto –según su intendente– por las retenciones a la soja.
O se puede ver al revés: Los ruralistas piden la segmentación de las retenciones, pero ellos la rechazaron cada vez que se la ofrecieron, piden que baje la retención a la soja, pero ellos la fijaron en 35 por ciento cuando ganaron el conflicto del año pasado. Acusan de violento al Gobierno, pero ellos son los que cortan rutas con piquetes amenazantes y al borde de la histeria. Hablan de la importancia del diálogo pero lanzan un paro con duros ataques en medio de las negociaciones. Hablan de la crisis y la sequía y llevan al intendente de Pergamino a dar testimonio. Pergamino es el corazón de la soja, no tuvo sequía y la crisis le pasa a muchos kilómetros de distancia.
Y hay otros contraluces. Se puede transmitir en directo un acto en Plaza de Mayo con mínima concurrencia a favor de la pena de muerte y destacar en primera plana los discursos que contraponen la inseguridad con los derechos humanos. Y al mismo tiempo darle mínima atención mediática a la movilización de cientos de miles de personas en todo el país el 24 de marzo.
Lo que se ve en la pantalla, lo que se lee en los diarios y se escucha en las radios tiene la pretensión de ser la voz “general”, lo que piensan “todos”, la mirada y el pensamiento “de la sociedad”. Los medios no son “la gente”, pero pujan como si lo fueran para tratar de convertirse en su identidad, un ser social. Y sin embargo, pese a toda la campaña que desplegaron sobre la inseguridad, la convocatoria que lograron fue mínima. Pese a la persistente y sistemática acción de subestimación y desgaste de la problemática de los derechos humanos y sin la más mínima convocatoria mediática, los actos por el 24 de marzo tuvieron una asistencia aun mayor que en otros años.
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