miércoles, 1 de septiembre de 2010

Cancha embarrada

Por Washington Uranga
La cancha está embarrada. Es la definición que se da en el barrio a este tipo de situaciones. Pero en la política argentina la cancha no está embarrada desde ahora, ni por imperio de “los Kirchner” como suele decirse desde algunos lugares de la oposición. La cancha está históricamente embarrada a partir de los manejos que distintos, sucesivos y alternados grupos de poder económico han hecho de los intereses del país, es decir, de los derechos de los argentinos y de las argentinas de a pie. Es cierto que es mejor, más sano para todos, más democrático y también más justo jugar limpio. Es cierto también que nada justifica el “ojo por ojo” y tampoco la conducta abusiva de unos puede dar por válida una reacción del mismo tipo desde la vereda opuesta. Pero resulta casi ridículo que aquellos que han violado sistemáticamente todas las garantías, abusado del poder en propio beneficio, atropellando y avasallando, actúen ahora como mansas palomitas, rasgándose las vestiduras por la presunta falta de “seguridad jurídica” y atropellos contra la “libertad de expresión”.
Dicho esto hay que volver a admitir que la cancha está embarrada. Que la pelea entre el Gobierno y el oligopolio económico político que ostenta la titularidad del grupo Clarín es una batalla política en la que se juegan intereses muy fuertes, decisivos para el destino del país. Una pelea cuyos verdaderos alcances no perciben o se niegan a ver gran parte de los dirigentes situados en la oposición. Como quedó demostrado en los hechos, el arco opositor no tienen escrúpulos en mostrarse solícitos a la convocatoria de la principal figura del grupo Clarín, léase Héctor Magnetto, para darle instrucciones sobre los pasos a seguir. Quizá crean que aquellos que ahora les dan órdenes mañana les devolverán presuntos favores. Quizás otros actúen por el rechazo que le producen las actitudes de ciertos funcionarios del Gobierno. Lo mismo les pasa a algunos empresarios, dirigentes religiosos y a ciertos comunicadores autotitulados “independientes”.

En cualquier caso: verdad, justicia y derechos humanos son batallas ganadas por el pueblo y son totalmente innegociables. No hay precio ni razón que justifique la traición a estos principios.

Fuente: Innegociable

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