lunes, 18 de octubre de 2010

Los monos sabios

Hay una antiquísima leyenda china que cuenta que los dioses enviaron tres monos mensajeros para que delataran las acciones malas de los hombres, mediante un conjuro mágico. Cada mono tenía dos virtudes y un defecto, y el conjuro funcionaba en el siguiente orden:

Kikazaru: representado como el mono sordo, era el encargado de utilizar el sentido de la vista para observar a todo aquel que realizaba malas acciones para transmitirselo a Mizaru mediante la voz.
Mizaru: era el mono ciego. No necesitaba su sentido de la vista, puesto que se encargaba de llevar los mensajes que le contaba Kikazaru hasta el tercer mono, Iwazaru.
Iwazaru: el tercero de los tres monos era el mono mudo, Iwazaru, que escuchaba los mensajes transmitidos por Mizaru para decidir la pena de los dioses que le caería al desafortunado y observar que se cumpliese.

Más allá de su evolución en el tiempo, esta leyenda es un compendio maravilloso de la vida social y de la actitud del hombre. Los dioses encargaron la misión a un grupo, no a uno sólo, y cada uno de ellos tenía virtudes pero un defecto. Uno era sordo, otro ciego y otro mudo, pero se complementaban entre sí, conocían su rol y lo cumplían de acuerdo a las instrucciones de los dioses.


El orden se formaba y se ejecutaba en un sentido grupal, y cada uno de los que detentaban esa condición sabia que necesitaba del otro, porque tenía una incapacidad o un defecto. Las sociedades modernas muchas veces se olvidan de dichas condiciones y asumen una actitud inconfundiblemente autoritario disfrazada de paternalismo.

Cuántas sociedades viven años, décadas, sin poder elegir su estilo de vida, sus representantes, porque los líderes manifiestan que no estan preparadas o que sólo ellos pueden decidir. O me votan a mi, o vuelve el desastre que ya hemos vivido. Suena conocido, y se repite sobretodo en las jóvenes naciones latinoamericanas, que pendulan entre el poder electo y el poder de facto, y entre la libre expresión y el autoritarismo, de cualquier índole, de izquierda, de derecha, de centro, antiguo, nuevo, antiquísimo o novísimo.

A la figura de los monos sabios, he antepuesto dos imágenes que se le oponen, el del borrego y el del asno. El borrego es un animal joven, inexperto, que necesita crecer y capacitarse. Proclive a ser confundido por algunos más expertos o más adultos, y llevados a realizar no su voluntad, sino la de los que los confunden. Muchos sectores de nuestras sociedades adoptan esa actitud, por temor, por indiferencia, por comodidad, por ignorancia o por conveniencia.

El peligro de esta actitud es que se propaga a otros miembros del sector y a veces a otros sectores. El asno es un caballo pequeño, orejudo, que en su segunda acepción adopta la figura de una persona sin luces, ignorante o desubicada. Muchos sectores con poder, adoptan la figura del asno, sienten tanto poder que muchas veces su comportamiento obra en su contra, y el de sus congéneres, obligando a muchos a seguirlos en sus desatinos.

Siguen empecinados y obsecuentes con su conducta, sin comprender, a veces también sin darse cuenta, que los deteriora, los desubica y los retrasa en la consecución de sus proyectos. Muchas veces uno siente la congoja y la tristeza de estar ante una sociedad de borregos y asnos, en lugar de una sociedad de monos sabios. Volvamos a la leyenda. Los monos sabios son enviados de los dioses. Por lo tanto son necesarios, y están en el cuerpo social aunque a veces no se noten.

A través del tiempo hemos visto muchas veces cómo han pasado inadvertidos para su momento, y como otros han rescatado su valor y su mensaje y sobre todo su marca, el haber señalado los males y el haber intentado que sean cumplidas sus penas. Lo importante es percibirlos en su tiempo, escucharlos, tener en cuenta sus reflexiones y tratar de sacar provecho de ellas.

Confrontarlas con la actitud que tenemos ante la vida, ante la sociedad, y ante nuestros contemporáneos, y en alguna medida tratar de cambiar para ser mejores. Recuerdo una frase de un periódico argentino atribuida a Sócrates: Dios me puso sobre la ciudad como un tábano sobre un noble caballo, para aguijonearlo y mantenerlo despierto.

Fuentes: Blog de los lectores
Significado de los tres monos sabios

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